Las organizaciones que trabajan en el desarrollo del potencial de sus colaboradores no sólo impulsan la productividad, sino que afianzan la empresa para el futuro. Las necesidades de autorrealización de la persona en el trabajo y la efectividad de la empresa están fuertemente relacionados. El trabajador podrá lograr sus objetivos personales en conjunto con los de la empresa logrando un mayor rendimiento.
Al hablar de potencial, nos referimos a la amalgama perfecta entre las capacidades actuales de la persona y los posibles roles futuros, teniendo en cuenta la capacidad a largo plazo de la persona para el crecimiento personal y sus posibles desvíos potenciales. A nivel empresarial, nos referimos a la gestión de una estrategia que ayuda a la eficiente asignación de talentos en futuros puestos de trabajo.
Las empresas son capaces tanto de desarrollar como de limitar el potencial de los colaboradores. La forma más común de limitarlo es no involucrarse en el proceso de desarrollo de carrera, desperdiciando la mayor parte del potencial latente en la fuerza de trabajo al no nutrirlo.
Como líderes, tenemos el deber de identificar expectativas, aptitudes o competencias de los colaboradores para prever sus posibilidades a futuro.
Resulta necesario comprender la relación colaborador-organización, donde uno de los objetivos organizacionales debe apuntar a la promoción de la autorrealización, para que el talento pueda encontrar sentido, estimulando la satisfacción por la organización, la motivación y el compromiso.
Es importante poder brindar a los participantes de cualquier programa de potencial algún tipo de devolución o acompañamiento que les permita trabajar desde su autoconocimiento en su autodesarrollo. Conocer el propio perfil y cómo encarar cualquier avance de carrera, son aspectos clave a concientizar dónde estamos y hacia dónde queremos ir, construyendo un camino afín a nuestras motivaciones y a los objetivos de la organización.