¿Cuáles son las habilidades y profesiones en auge tras la pandemia?

El mercado laboral ya no es el mismo que solía ser antes del COVID-19 y una de las lecciones que aprendimos al respecto fue que debíamos adaptarnos rápidamente a los cambios para estar a la altura de los desafíos.  

En este sentido, Liz Sarmina, mentora de marca personal y empleabilidad, señala que una de las habilidades más importantes que, como profesionales debemos desarrollar en este contexto, es la resiliencia. “‘Perdí mi trabajo’, ‘Cerró la empresa’, son situaciones que nos tumban y nos hacen cuestionarnos muchísimo, pero no quedarnos en la queja y salir adelante con lo que tenemos, con lo que somos, con lo que nos gusta, esa es una habilidad clave hoy en día. Ser resiliente se trata de tener esa capacidad de adaptarnos a los nuevos ambientes para salir adelante”. 

Asimismo, la especialista en desarrollo personal destacó la escucha y la empatía como otras competencias fundamentales en este entorno de virtualidad: “La capacidad de escucha nos permite conectar con las otras personas, aunque estemos a distancia”.  

En cuanto a las profesiones, Sarmina destacó que los médicos son quienes, durante la pandemia, debieron aprender a ver y a conocer a sus pacientes a través de una consulta virtual, demostrando que, muchas veces, no es necesario acudir presencialmente. Y destacó que los rubros más demandados son: logística y distribución, atención al cliente, marketing digital, programación y salud mental

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Pero es importante mencionar que, del mismo modo que la pandemia nos impulsó a evolucionar, también hubo quienes se quedaron sin empleo y, sin duda, uno de los segmentos de la población más afectada fueron las personas mayores de 45 años que han sido expulsados del mercado laboral y que no se han podido volver a reinsertar.  

Al respecto, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que esta discriminación por edad es un problema que está en el mismo nivel que la segregación por raza o género, aunque, especifica, se trata de la exclusión más “normalizada” socialmente. 

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La necesidad de adaptarnos al cambio, a nivel personal, es indudable, pero también es preciso que las organizaciones impulsen entornos de trabajo cada vez más diversos e inclusivos para que, en esta nueva “normalidad”, no se evadan los profundos desafíos que tenemos por delante.