Algunos consejos para apoyar a las organizaciones en el proceso de gestión de la formación en entornos de aprendizaje virtual
La pandemia causada por el COVID-19 representa un momento de gran cambio en la vida de las personas y las organizaciones. Durante el periodo de crisis se imponen nuevas tendencias, como el teletrabajo y la formación online, que claramente han llegado para quedarse.
Cuando hablamos de las nuevas tendencias de formación impuestas por las circunstancias actuales, ¿no estamos acelerando lo inevitable?
Los constantes desarrollos tecnológicos han introducido cambios relevantes en el área de la formación y conceptos como gamificación, video learning, microlearning, entre otros, no son tan desconocidos después de todo.
Pero ¿cómo entrenar y desarrollarse a distancia?
Compartimos algunos consejos para apoyar a las organizaciones en el proceso de gestión de la formación en entornos de aprendizaje virtual:
Ser juicioso en la selección del programa de formación: no elegir la acción por su nombre creativo o su presentación atractiva. Analizar los objetivos de formación, los contenidos del programa y asegurarse de que cumplen los objetivos de formación de los alumnos previamente definidos en el plan de formación;
Favorecer los programas de formación optimizados y los itinerarios personalizados: los programas a medida, en los que los aprendices están debidamente acompañados a lo largo de la formación, tendrán sin duda un mayor impacto;
Analizar las competencias del equipo pedagógico, en concreto, del formador: si este punto ya era crucial, ahora lo es aún más. El formador debe reinventarse para poder trasladar todas las potencialidades de la formación presencial al universo digital;
Definir el formato de formación en función del objetivo que se pretende alcanzar: los entornos virtuales ofrecen diferentes opciones y deben elegirse en función del contenido y del contexto de aprendizaje y, si es posible, de las características del alumno. Por ejemplo, podemos utilizar el microaprendizaje para proporcionar al alumno conocimientos técnicos, pero puede no ser el formato ideal para formarlos en habilidades críticas para su trabajo;
Prestar atención a las cargas de trabajo: 8 horas de formación presencial no pueden ser sustituidas linealmente por 8 horas de formación en entornos virtuales. Prestar atención a cuestiones como la capacidad de concentración, el enfoque y la atracción (casi inevitable) por la multitarea, cuando el formador y los alumnos no están cara a cara en nuestra “sala de formación”;
Comprometer al alumno: para que una formación a distancia tenga éxito, es esencial garantizar la implicación y el compromiso del alumno. Una formación, ya sea en formato presencial o e-learning, puede estar condenada al fracaso si el alumno no está debidamente comprometido y motivado;
Evaluar la eficacia de la formación: controlar la formación antes, durante y, no lo olvides, después. A pesar de todas las limitaciones, es imprescindible garantizar la eficacia de la formación, la consecución de los objetivos propuestos y la medición del impacto que la formación ha tenido en el alumno, el grupo o la organización.
Aunque la formación presencial es comúnmente aceptada como la forma más eficaz de alcanzar los objetivos y de incidir en los resultados, principalmente por la interacción que posibilita entre los distintos participantes en el proceso, no debemos descuidar el proceso de desarrollo de nuestras personas, justificado por las contingencias actuales.
A través de cursos de formación reflexivos y a medida, con contenidos cualitativos y adaptados y con experiencias de aprendizaje cuidadosamente definidas, conseguiremos una excelente solución para dar continuidad a los Planes de Formación definidos.
Y quién sabe si en 2022 estas “nuevas” realidades formarán parte naturalmente de nuestra estrategia de formación.
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