Creo que hasta la fecha nadie le ha dado la importancia que merece este tema, considerando su negativísima incidencia en la cotidianeidad de las empresas.
Llamamos “Complejo de Dios” a un conjunto de ideas dirigidas hacia uno mismo, que luego se traducen en conductas específicas.
Aquel que lo padece se sentirá superior a los demás en todos los sentidos. Así, creerá que siempre tiene la razón y, al mismo tiempo, subestimará cualquier otra idea. De ese modo, será imposible intercambiar ideas con esa persona, dado que su nivel de cerrazón y tozudez se encuentran al máximo.
La persona posee un yo engrandecido, impermeable a las críticas propias y ajenas.
Existe una íntima relación entre este complejo y los trastornos narcisistas de la personalidad, cuya expresión más popular podría ser la megalomanía, tristemente visible en más de un dirigente político.
Ahora bien. ¿Te pusiste a pensar alguna vez cuánto incide el narcisismo propio en la dinámica del conjunto? Más… ¿podrías imaginar cómo sería una empresa con la mayoría de sus integrantes con estas características? Y última, ¿no te parece que el “Complejo de Dios” es capaz de instalarse en el ADN organizacional y anclarse fuertemente a su cultura? Esto sería un problema serio. Imaginemos una empresa que se crea capaz de todo, sin fallas ni máculas.. que miedo, ¿no?… Por eso hoy quiero que pensemos juntos las diez señales para detectarlo a tiempo y así poder cambiarlo.
- Alta resistencia a los cambios. Solo son capaces de modificar sus ideas y conductas aquellos que se animan a cuestionarse, lo que resulta totalmente ajeno al “Complejo de Dios”.
De este modo, los cambios son vistos exclusivamente como una amenaza y algo que viene desde el exterior a “perturbar la armonía”.
Esta resistencia irá desde los cambios estratégicos como, por ejemplo, virar un esquema de comercialización a otro, hasta modificaciones menores tales como el horario de trabajo de los colaboradores.
- Falta de interés por la competencia. El denominado benchmarking es una práctica frecuente de las empresas de punta. Consiste en una comparación sistemática con nuestros competidores y ver como estamos en relación a precio, presentación, distribución, etc.
Por el contrario, en las organizaciones como las que se basa este artículo hay una especie de desprecio por aquellos que disputan al cliente tanto como ellas.
No se las tiene en cuenta bajo la consigna de: “Somos tan buenos que no nos interesa saber en qué andan los otros”.
- Predominio del estilo de liderazgo directivo. Utilizando el clásico esquema propuesto por Hersey y Blanchard, que distingue entre conductas directivas y relacionales del líder, en organizaciones con este complejo veremos el protagonismo de un liderazgo claramente orientado a la tarea más que a las personas.
Luego, serán ascendidos todos los que demuestren estas condiciones, en desmedro de los demás, a quienes incluso podrán considerárselos “flojos”.
- Foco exclusivo en los resultados más que en el proceso. Laloux nos habla de las Organizaciones Naranja, identificándolas con la palabra Logro. Como ejemplo cita a varias de las multinacionales de mayor renombre, cuyo interés radica en una acumulación sucesiva de éxitos, tanto en niveles de facturación como en número de usuarios.
La sombra que el autor belga les atribuye es la progresiva despersonalización de sus colaboradores, que pasan a un segundo nivel. Así, los finales son más importantes que el camino y los números se prefieren a las personas.
- Bajo nivel de experimentación. La agilidad es equivocarse rápido para aprender mejor. Y eso es lo que hacen las empresas que tienen un propósito claro, más allá de su volumen de ventas.
Son las organizaciones del futuro, esas en las que las personas querrán trabajar. Lamentablemente, esto no ocurre en aquellas afectadas por el “Complejo de Dios”. Experimentar es asumir que las cosas podrían salir mal. Y eso no se permite en esta cultura.
El elevado temor a equivocarse y la baja tolerancia a la frustración configuran un cóctel nefasto y enfermizo.
- Decisiones basadas en percepciones más que en datos. “¿Por qué? Porque somos superiores. Así de simple. No hay Sistema capaz de analizar los hechos como la experiencia nos ha enseñado”. “¿Organizaciones data driven? ¿Scrum? ¿Kanban? ¿Qué moda pava es esa?”. “Aquí nos basamos en lo que sabemos, y mal no nos ha ido hasta ahora”. Esto también cabe decirlo, la causa para la instalación del “Complejo de Dios” en la estructura organizacional se corresponde la más de las veces a éxitos reales en el pasado.
- Escasa innovación puertas adentro. Podrá ser empresas que lance productos nuevos al mercado todos los años, pero eso no implica que hacia adentro suceda lo mismo.
Tenemos que comprender que esta contradicción es plenamente posible, dado que una compañía puede contar con equipos competitivos, formados por profesionales de alta expertise, pero cuya mirada estará puesta siempre en el afuera, en cómo mejorar la experiencia del cliente o cómo hacer más amigable tal o cual cosa, pero, sin embargo, en ningún momento se enfocará en la mejora interna.
- Ausencia de lógica colectiva. Admitamos que no todas las organizaciones llegan a consolidarla, padezcan o no este complejo. Lo que sí vale la pena establecer es que en estas últimas estamos en presencia de su extremo.
Que las personas posean lógica colectiva significa, en la práctica, que son capaces de postergar sus propias necesidades en pos del bien común.
No es poca cosa y, como dije antes, no se trata de una característica frecuente de observar en las compañías. En el caso que comentamos, su ausencia es palpable ciento por ciento, pudiendo expresarse en un mal clima de trabajo, escasa confianza, comunicación débil y bajísimos niveles de transparencia.
- Inexistencia de visión compartida. En términos de Peter Senge, esta visión se compone de la sumatoria de las visiones individuales.
Las percepciones, emociones y sentimientos que cada colaborador posee de la empresa pueden ponerse en común con las de los demás y formar una dirección y rumbo claros hacia el futuro. A esto último lo denomina alineamiento.
Eso es imposible en las organizaciones enfermas del “Complejo de Dios” ya que cada cual se priorizará por sobre los demás, intentando prevalecer. Y más, será reconocido y posiblemente premiado con un ascenso por ello.
- Ética relativa. Tanto hacia dentro como hacia afuera. La ética podrá ser considerada un aspecto importante pero estará lejos de ser una guía en la conducta de estas empresas.
Así, podrá incumplirse con los plazos de pago a proveedores, no respetar la zona comercial pactada con un distribuidor, echar sus efluentes hacia un río cercano y contaminarlo…
La razón principal para esto radica en que estas empresas se creen más allá de todo, cual si fueran de otra galaxia (mucho más evolucionada que la nuestra, claro).
En resumen, si en tu organización percibís alguna de estas situaciones, será el momento de decidir si querés seguir formando parte, intentando cambios desde su interior o por el contrario, habrá llegado la hora de buscar un cambio de empleo…
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