¿Practicamos vocaciones? ¿O nos ajustamos a las expectativas?

Los caminos profesionales son numerosos; en cierto modo, incluso podríamos considerarlos innumerables, las posibilidades son infinitas. Y, de hecho, cuando comienza un viaje, sea cual sea la profesión, es difícil predecir, por no decir casi imposible, anticipar el destino final o incluso, las diversas etapas que, aquí y allá, se concluirán, con relativo éxito o fracaso. 

Es cierto que, en múltiples geografías, industrias y especialidades, se producen caminos vocacionales más lineales y predecibles. A menudo, encontramos al profesional que, capacitado en el área financiera, desarrolla su carrera, adquiriendo cada vez más conocimientos y experiencia en sus campos. Del mismo modo, en ingeniería, en artes, en ciencias, en medicina, en los diversos oficios esenciales para nuestra vida en la comunidad.  

También es cierto que quienes, como nosotros, trabajan en la búsqueda de talento, en su capacitación y desarrollo, enfatizan, a gran escala, la previsibilidad de dichos destinos. Al buscar responsabilidades financieras: profesionales con experiencia previa en el área (y, preferiblemente, en el mismo tipo de sector) y sino es demasiado pedir, incluso en una empresa similar, competidora y equivalente. Del mismo modo, cuando intentamos adaptarnos a las expectativas de los empleadores y sus futuros equipos, el talento previamente medido en funciones o circunstancias idénticas, reforzamos esta especialización. Hacemos hincapié en esa vocación, si alguna vez existió.  

Reflexionar sobre esto vale la pena. ¿Practicamos vocaciones o ajustamos las expectativas? Tenemos una vocación única o es contrario a la esencia misma de nuestro perfil como especie: experimentar, probar, explorar, descubrir, complementar. 

Curiosamente, por razones económicas y de eficiencia, la necesidad de especialización funcionó, ahora pedimos a las personas y profesionales, la multidisciplinariedad y la recapacitación, que a menudo pasa por un ajuste profundo e intenso, a la vocación inicialmente capacitada y por mercado desarrollado posteriormente.  

Conocer nuestro perfil, profundizar este conocimiento, trabajarlo, descubrirlo, mejorarlo, desarrollarlo. De alguna manera, aceptarlos y ajustarlos a las expectativas que tenemos para nuestro viaje.  

Habiendo participado ya en assessments, reconozco por mi propia experiencia, tales ventajas y desafíos. Y, después de haber organizado varios, con cientos de profesionales, con diferentes grados de antigüedad y expectativas, entiendo sus debilidades y potencial.  

Son un instrumento útil y versátil que, adecuadamente planificado, preparado y enmarcado, trae consigo una amplia gama de posibilidades para reflexionar sobre el camino pasado, presente y futuro. Reflexión que, debidamente considerada y acompañada por especialistas, contribuye a una mejora individual y. en consecuencia, colectiva, de los equipos y organizaciones, de la que forman parte dichos profesionales. 

De esta manera, también concluiremos si hemos estado practicando vocaciones o no; y cuánto hemos ajustado nuestras expectativas hasta ahora; como cuánto tendremos que hacer en el futuro. En la práctica, cuánto y cómo hemos invertido en nuestro camino profesional y de vida.