En un mundo que no para de cambiar, la permanencia es cuestión de adaptación.

“Las máquinas se harán cargo, la tecnología nos quitará el trabajo, la digitalización de las tareas nos dejará sin nada que hacer”. Probablemente hemos escuchado a alguien decir esto o lo hemos pensado nosotros mismos. La cultura pop se ha encargado de decirnos que el futuro es menos humano y los avances tecnológicos no parecieran contradecir esta tendencia.

Aún cuando la Inteligencia Artificial es cada vez más sapiente, hay algo inherente a la condición humana que no puede ser sustituida, nuestra adaptabilidad y capacidad de enfrentar los cambios y aprovecharlos a nuestro favor.

Una de las competencias más necesarias para el futuro del trabajo viene en forma de Learning Agility, que no es más que la disposición a aprender de manera constante, de aplicar conocimientos existentes a nuevos enfoques o información novel a procesos conocidos. Ya sabemos que la incertidumbre es parte del panorama actual y no es una condición que vaya a cambiar, tal vez incluso incremente. Por lo tanto, cultivar nuestra curiosidad, la resolución de problemas, la comodidad con lo desconocido y la resiliencia en el cambio, van a llevarnos a una vida profesional más larga y exitosa.

En el paper The Future of Employment: How susceptible are jobs to computerisation?, publicado en el 2013 por Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne de la Universidad de Oxford, se prevé que el 47% de los empleos actuales desaparecerán en el transcurso de los próximos 25 años. Esto implica que la mayoría de la fuerza laboral actual deberá asumir roles para los que no se ha preparado aún y aprender a un ritmo vertiginoso para mantenerse activo en el mercado profesional.

Learning agility es natural para muchos, pero no es algo que no se pueda cultivar. Entre las características que poseen estas personas se encuentran la búsqueda activa de feedback y la aplicación proactiva de las posibilidades de mejoras recibidas, el gusto por la resolución de problemas complejos, la escucha activa de diferentes opiniones y razonamientos para encontrar ángulos distintos a los problemas cotidianos, flexibilidad y velocidad para descartar posibles respuestas y encontrar la mejor solución en lugares insospechados en poco tiempo.

Poseer esta habilidad es una buena predictora de nuestras capacidades futuras, es difícil verla en retrospectiva, por lo que a veces pasa desapercibida. Es una de esas competencias invisibles que nos cuesta plasmar en el CV, pero que cada vez más los reclutadores buscan en los postulantes. Comenzar por el reconocimiento de nuestras propias conductas y trabajar activamente en ellas para acercarnos al Learning Agility, es definitivamente una apuesta al futuro de nuestras carreras.