En México venimos viviendo desde hace ya varios años, momentos de vida (VICAM), con Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Miedo, estas condiciones de vida han sido potenciadas por la pandemia COVID-19, este entorno ha afectado definitivamente nuestra vida cotidiana, nuestras formas de pensar, sentir y actuar, ha modificado nuestros estados emocionales, nuestros intereses, nuestras necesidades y nuestros valores, en muchos casos las necesidades básicas fueron modificadas, o substituidas por otras necesidades como las necesidades de seguridad y de protección, todo se ha movido.
El mundo sigue cambiando y moviéndose a cada instante hemos modificado principalmente nuestra forma de pensar y actuar, en este nuevo entorno necesitaremos que nuestros líderes tengan diferentes competencias para poder dirigir a personas diferentes, personas que fueron sacudidas en su estatus quo, personas que modificaron su espiritualidad y estados emocionales.
Requeriremos de líderes con un alto sentido de inteligencia emocional, necesitaremos que sean mucho más observadores y empáticos, necesitaremos que sean líderes que inspiren, que acompañen y que sepan sacar el mejor potencial y talento de los colaboradores, el paradigma ha sido modificado y substituido por uno nuevo, los líderes deben tener esa sensibilidad, y una gran proactividad para responder con agilidad y no solo reaccionar a las circunstancias.
Un perfil adecuado a este nuevo liderazgo será el de “Líder Coach”, el líder que se conoce así mismo, el que escucha, el que descubre y potencia las habilidades, el Líder que posee un alto nivel de Inteligencia Emocional, el líder que desarrolla y hace crecer a su equipo; los liderazgos coercitivos que sólo van en busca del resultado ya no funcionarán, ya no tendrán cabida en este nuevo mundo y sus formas de liderar quedaran en la historia y ya no será efectivas.
Las personas estarán con otras sensibilidades, ya que las prioridades se movieron, se movieron hacia la vida, hacia la familia, hacia la seguridad, hacia la protección, ya no tolerarán malos tratos y vivir atrapados o de alguna manera esclavizados, buscarán mayor tiempo y mayor libertad, ya que su sentido de vivir cambió drásticamente, el dinero será importante, sí, pero será más importante la salud, disfrutar la vida y los momentos.
Las organizaciones tendrán que replantear sus esquemas, el cómo crear diferentes momentos que llenen o empaten con esas nuevas formas de pensar, deberán modificar sus horarios y formas de trabajo, practicar nuevos valores y esquemas de creencias, quizá tendrán que involucrar más a las familias, crear nuevos y diferentes espacios de esparcimiento, entornos y espacios verdes que reflejen naturaleza y vida, escuchar a su gente, y tomar más en cuenta sus puntos de vista y sugerencias.
Preparémonos entonces para descubrir y definir esos nuevos perfiles, saber los diferentes estados emocionales en los que las personas se quedaron para ayudarles a que sea mejores y que no permanezcan mucho tiempo atrapados en estos estados, como la incertidumbre, el miedo, el enojo, la tristeza por una perdida, la frustración o incluso algunos niveles de depresión. Será muy importante que este nuevo liderazgo los lleve a cambio positivo, a nuevos y mejores estados emocionales como, el alivio, aprendizaje, entusiasmo, participación y crecimiento.
Si a todo esto agregamos que en el futuro cercano serán los jóvenes a los que hoy llamamos millennials los que dirigirán a las organizaciones, el nuevo liderazgo se vuelve aún más importante, será prioritario atraer y preparar a esos nuevos líderes con las competencias correctas para lograr las metas, el resurgimiento y éxito de los negocios, ya que grandes y pequeñas empresas tendrán que resurgir y muchas otras volver a nacer.
Sin duda estos cambios sólo significan una cosa: “Volveremos más fuertes”.
“Muchos son los que piensan cambiar al mundo, pero pocos son los que piensan en cambiarse asi mismos”